domingo, 31 de marzo de 2013

Tomar el bus - Al fondo hay sitio


Diariamente me levanto temprano para ir a la universidad. Para ello, tomo el bus, el cual me llevará a mi centro de estudios. Para tomarlo me dirijo al paradero que se encuentra a una cuadra de mi casa. Por lo general no suele tardarse pues pasa cada cinco minutos aproximadamente. Cuando observo de lejos que el bus esta volteando la curva (esta se encuentra a cuatro cuadras del paradero) me emociono mucho, sobre todo cuando estoy con la hora. Cuando veo que se esta aproximando reviso nuevamente mi mochila para asegurarme no haber olvidado algún material de estudio. Cuando el transporte se encuentra a una cuadra de donde me encuentro, extiendo mi brazo rígidamente mientras observo a los ojos al chofer. El vehículo se detiene pero, antes de subir, tengo que asegurarme que este bien estacionado y completamente parado. Cuando me aseguro de ello, recién subo la pierna derecha mientras me sostengo con los pasamanos que se encuentran a los costados de la puerta. Enseguida, subo la izquierda y, por último y nuevamente, la derecha. Nuevamente observo al chofer a quien miro directamente a los ojos para realizar el saludo correspondiente. Este comienza a avanzar. Cuando ya me encuentro en el interior del bus, observo y elijo un asiento en buen estado y que se encuentre cerca a la puerta de al fondo, la cual es mas fácil para bajar. Suelo elegir los que están al lado de la ventana. Mientras tanto, yo sigo avanzando cuidadosamente para no hacerme ningún daño. Me sostengo de los asientos o pasamanos para llegar a mi objetivo: un asiento cómodo. Cuando llego al asiento, me cogo de este y de adelante para así sentarme y disfrutar de mi elección. Ya sentada, agarro mi mochila y la pongo encima de mis piernas. Finalmente, disfruto de mi viaje observando el paisaje y percatándome como conduce el chofer.




Saludo al chofer y cobrador









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